lunes, 16 de agosto de 2010

¿Cómo empecé en la docencia?

Confrontación con la Docencia
Hola, mi nombre es Lilia Arias Romo y les agradezco de antemano el tiempo que le dediquen a la lectura de este material.

Mi profesión de origen es Química Farmacéutica Bióloga, egresé de la Universidad Autónoma de Guadalajara en Diciembre de 1977 después de cuatro años y medio, es decir, nueve semestres. Fue necesario realizar mi trabajo de tesis en un pueblo llamado Jesús María, ubicado en la hermosa sierra de Jalisco, donde formamos una brigada entre médicos, químicos y odontólogos, para dar atención a los habitantes que lo requirieran, denominado servicio en la comunidad, el cual nos brindó grandes experiencias y satisfacciones. Una vez concluida toda mi actividad académica, tomé la decisión de regresar a mi ciudad natal, Guamúchil, Sinaloa, a esperar la fecha de mi examen profesional.

Un caluroso día del mes de agosto de 1979, me incorporo felizmente a las filas docentes del Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos No. 205 (CECyT No. 205), actualmente Centro de Bachillerato Tecnológico industrial y de servicios No. 45 (CBTis No. 45), perteneciente a la Dirección General de Educación Tecnológica Industrial (DGETI), debido a una necesidad para cubrir dos grupos en la asignatura de Problemas Biológicos (hoy Biología). Me inicié en la docencia mientras esperaba mi fecha de examen profesional por la UAG, lo presenté y a pesar de ello, me quedé dos años trabajando, por la nobleza que para mi representa el quehacer docente.

Considero un verdadero privilegio y siento mucha responsabilidad al desempeñarme como profesora. Pienso que estar con los estudiantes me brinda la oportunidad de promover mi propio aprendizaje de manera permanente. Se me viene a la mente la frase “si quieres aprender de algo, entonces enséñalo”, y sí ¡quiero aprender!

Particularmente trabajar en el nivel medio superior con adolescentes, ha significado un desafío y al mismo tiempo una maravillosa experiencia, ya que es una edad que considero llena de: inquietudes, cambios, retos, rebeldía, entrega, aprendizaje, espontaneidad, transparencia, alegría, nobleza, colaboración, enamoramiento, enseñanza, entre otras características propias del joven aprendiz, y si sumo los veinticuatro años y medio de docente en el plantel hermano CBTis No. 224 de Culiacán, Sinaloa, entonces tengo el privilegio de contar con veintiséis años y medio, aprendiendo todos los días el arte de ser docente.

Los motivos de satisfacción en mi quehacer docente son muchos, uno es ver como los jóvenes se transforman literalmente, tanto en lo físico, como en madurez. Además encontrármelos años adelante desempeñando una profesión, realizados, productivos, sanos y alegres, al recordar sus travesuras de adolescentes, llenos de vida. Considero un privilegio muy grande el poder contribuir con su formación académica, aunque sea con un granito de arena y más aún, haber sido compañeros de destino en su crecimiento como personas. También es muy significativo para mi, haber sido docente de dos generaciones, padres e hijos… y seguir conservando una actitud jovial, es decir, buen ánimo en el trato tanto con los estudiantes, como con mis compañeros de trabajo, ya que se convierten en una segunda familia por elección.

Por otro lado, algunas insatisfacciones que reconozco es que en ocasiones me entristezco por no haber compartido más momentos con mis estudiantes, tal vez por lo numerosos de los grupos que atiendo o porque no supe acercarme a sus corazones. El ser exigente en el aula, lo deseo transformar en ser comprensiva, sin llegar a la permisividad. En la medida que me sienta mejor conmigo misma, seguro mejoraré esta área de oportunidad.

Gracias por su atención.

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